

En el corazón de la brújula brilla una gran estrella, símbolo de lo que nos hace felices y que marcan el horizonte educativo de Gaztelueta: la Verdad, la Belleza y el Bien, siempre vivido desde la Libertad. Cada una de ellas señala un punto cardinal y, juntas, trazan el mapa formativo que orienta la vida de nuestros alumnos.
La Verdad ocupa el norte y marca el rumbo de toda búsqueda intelectual y humana. Educar en la verdad es enseñar a pensar con criterio, a amar el conocimiento y a vivir con autenticidad. La Belleza ilumina el camino, recordando que lo bello despierta el deseo de lo bueno. En el arte, en la naturaleza y en la vida cotidiana, la educación en Gaztelueta enseña a contemplar, a cuidar lo que se hace y a descubrir la armonía en lo sencillo. El Bien orienta la acción hacia los demás, impulsa a servir, a ser justo, a actuar con generosidad y empatía. Y la Libertad sostiene todo el conjunto, porque solo quien es dueño de sí mismo puede orientarse hacia el bien con alegría.

Estas cuatro realidades, que realmente están unidas, son los puntos cardinales de la Brújula y expresan el modo en que Gaztelueta entiende la educación: como un proceso de búsqueda del sentido, de descubrimiento de la verdad, de apertura al bien y de cultivo de la belleza. No son ideas abstractas, sino realidades que se viven y se enseñan cada día en las aulas, en los patios y en la convivencia en nuestro colegio. No hay libertad sin verdad, ni belleza sin bien. Todas se entrelazan y se fortalecen mutuamente, formando una síntesis armónica de pensamiento, sentimiento y acción.
En torno a esa estrella central se extiende la gran cruz azul, que representa las virtudes cardinales clásicas: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Son las fuerzas que dan equilibrio al carácter y que sostienen el crecimiento interior de cada alumno.
La prudencia enseña a pensar antes de actuar, a discernir con sensatez y a decidir según el bien verdadero, es la sabiduría práctica. La justicia impulsa a reconocer los derechos de los demás y a servir con generosidad. La fortaleza ayuda a superar los obstáculos, a perseverar y a mantener la esperanza. Y la templanza aporta equilibrio, serenidad y dominio interior. Estas virtudes, trabajadas progresivamente desde Infantil hasta Bachillerato, son la base sobre la que se construye una personalidad íntegra y libre.
La educación en Gaztelueta busca precisamente eso: formar personas capaces de actuar con criterio y responsabilidad, de mantener la calma ante la dificultad y de tomar decisiones rectas, incluso cuando suponen esfuerzo. Las virtudes cardinales sostienen el proyecto educativo desde dentro, aportando estabilidad, madurez y profundidad a todo el proceso formativo.
La brújula está rodeada por el lema de Gaztelueta: “Sea vuestro sí, sí; sea vuestro no, no.” Este mensaje evangélico invita a vivir con coherencia, claridad y autenticidad. Educar la voluntad implica aprender a decir sí al bien y no a lo que aleja de él. En una cultura que a menudo confunde libertad con relativismo, Gaztelueta propone formar conciencias sólidas y libres, capaces de decidir con responsabilidad y sentido.
La brújula no marca un único camino, sino que ofrece una referencia firme para orientarse. Cada alumno, acompañado de su familia y de sus profesores, va descubriendo su propio rumbo, aprendiendo a discernir, a decidir y a servir.
La Brújula de Gaztelueta no es solo un diseño o un logotipo. Es la representación de un plan formativo coherente y continuo, que acompaña a cada alumno desde los primeros años hasta su preparación universitaria, adaptándose a su edad y momento vital, pero manteniendo siempre los mismos principios y valores.

A través de la preceptuación y de las tutorías con familias, la formación humana y cristiana, la vida académica y las actividades complementarias, Gaztelueta ofrece un itinerario educativo integral que abarca todas las dimensiones de la persona. En cada etapa, la brújula actúa como un recordatorio de que educar no consiste solo en enseñar contenidos, sino, sobre todo, en orientar la vida con sentido, en formar el carácter, el modo de ser de nuestros alumnos.
Las familias son un pilar esencial en este proceso. Gaztelueta concibe la educación como una tarea compartida, en la que padres y colegio reman en la misma dirección. Por eso, la brújula también simboliza esa alianza educativa, una invitación a caminar juntos con confianza y corresponsabilidad.
En la base del emblema se lee EST. 1951, un recordatorio del origen y una promesa de continuidad. Gaztelueta nació con el deseo de ofrecer una educación de calidad, abierta a la sociedad y a los desafíos de cada época e inspirada en el humanismo cristiano. Más de siete décadas después, esa misión sigue viva.
Como centro solicitante de los programas PEP y PAI del Bachillerato Internacional, Gaztelueta integra esta brújula en su metodología, uniendo la excelencia académica con la formación humana y espiritual. Cada alumno aprende a pensar con rigor, a discernir con prudencia y a actuar con coherencia, sabiendo que el aprendizaje más valioso no consiste solo en saber más, sino en vivir mejor, dándose a los demás.

La Brújula de Gaztelueta sintetiza en una imagen la esencia del colegio: una educación que forma el corazón y la inteligencia, que enseña a vivir con verdad, bien, belleza y libertad. Más que un símbolo, es una invitación a mirar al cielo sin perder el suelo y a avanzar con rumbo firme.
