Cada inicio de curso escolar trae consigo un sinfín de emociones. Los alumnos, independientemente de la edad que tengan, se enfrentan a una etapa de cambios después de las vacaciones de verano. Para algunos, el regreso supone el reencuentro con los amigos, la ilusión de volver a las rutinas y el entusiasmo de estrenar libros, cuadernos y proyectos. Para otros, el comienzo puede estar marcado por la inseguridad, la pereza o los nervios ante lo que está por venir.
En cualquier caso, los primeros días de colegio son siempre un momento de gran intensidad emocional. La inteligencia emocional en la escuela cobra entonces una importancia decisiva, porque permite a los alumnos reconocer lo que sienten, poner palabras a esas emociones y gestionarlas de una forma positiva que les ayude a afrontar con confianza la nueva etapa.
Los primeros días de colegio en Gaztelueta: ilusión y nervios
Aunque a menudo se asocien los primeros días de clase únicamente con la alegría y la ilusión de empezar de nuevo, la realidad es que los niños y adolescentes atraviesan un auténtico torbellino de emociones. El entusiasmo de ver a los amigos o conocer a nuevos profesores convive con la preocupación por las materias, el temor a no estar a la altura o la simple dificultad de volver a madrugar después de semanas de vacaciones.
No se trata de emociones negativas, sino de sentimientos propios de una situación de cambio. Volver al colegio implica un ajuste a nuevas exigencias, horarios y expectativas, y ese proceso, lejos de ser un obstáculo, es una oportunidad extraordinaria para crecer. Cuando los alumnos son capaces de reconocer cómo se sienten y de transformar el nerviosismo en energía positiva, descubren que pueden afrontar los retos con más serenidad y confianza.
En este camino, los educadores y las familias desempeñan un papel fundamental. Los niños aprenden a mirar la vida a través de los ojos de quienes les acompañan. Si perciben tranquilidad, seguridad y entusiasmo en sus padres y profesores, les resultará mucho más sencillo vivir los primeros días con ilusión y no con miedo.
Inteligencia emocional en la escuela: un aprendizaje necesario
La inteligencia emocional no es un complemento, sino un aprendizaje central en la vida escolar. Del mismo modo que los alumnos adquieren competencias matemáticas, lingüísticas o científicas, también deben aprender a identificar y regular sus emociones, a empatizar con los demás y a desarrollar habilidades sociales que les permitan relacionarse de manera sana.
El inicio de curso se convierte en el escenario perfecto para trabajar todas estas dimensiones. Escuchar activamente lo que sienten los alumnos, ayudarles a poner nombre a las emociones, ofrecerles rutinas estables que les aporten seguridad y generar un ambiente de confianza son medidas sencillas que marcan la diferencia. Un alumno que siente que sus emociones son comprendidas, aunque sean contradictorias o intensas, se siente más libre para expresarse y más dispuesto a aprender.
La escuela, por tanto, no puede limitarse a transmitir conocimientos. También ha de ser un espacio donde se cultive la madurez personal y emocional, donde los niños comprendan que las emociones no son un obstáculo, sino una guía para crecer.
El reto de quienes cambian de colegio
Si para todos los alumnos la vuelta a clase implica un reto, para quienes cambian de colegio el desafío es aún mayor. Llegar a un centro nuevo supone abandonar amistades, profesores y costumbres que ya eran familiares, y enfrentarse de golpe a un entorno social y académico completamente desconocido. Es normal que aparezcan sentimientos de miedo a no encajar, dudas sobre la capacidad para adaptarse y nostalgia por lo que han dejado atrás.
Al mismo tiempo, el cambio trae consigo ilusión y curiosidad. Muchos alumnos se sienten motivados por la posibilidad de empezar de cero, de conocer a nuevos compañeros y de descubrir todo lo que el colegio les puede ofrecer. Esa combinación de ilusión y temor convierte los primeros días en un terreno especialmente fértil para trabajar la inteligencia emocional.
En Gaztelueta lo sabemos bien. Cada alumno que llega nuevo es recibido con especial cuidado, porque entendemos que los primeros pasos en un colegio determinan en gran medida la manera en que vivirá toda su etapa escolar. Nuestro compromiso es que cada uno se sienta acogido y acompañado desde el primer momento.
El acompañamiento en Gaztelueta
La acogida en Gaztelueta se vive de manera personalizada. Los tutores y profesores son los primeros en tender puentes, mostrando al alumno las rutinas del día a día, resolviendo dudas y presentándole a los compañeros. Se favorecen dinámicas de integración que buscan que el recién llegado no tarde en sentirse parte del grupo.
Además, contamos con la figura del preceptor, que acompaña a cada alumno de forma individualizada. Esta cercanía personal permite detectar con rapidez las preocupaciones o inseguridades que puedan aparecer y ofrecer una orientación constante tanto académica como emocional. El preceptor se convierte en una referencia estable para el alumno y en un nexo de unión con la familia.
Todo este trabajo se apoya en la implantación progresiva de la metodología del Bachillerato Internacional (IB), que pone el acento en el desarrollo integral de la persona. El IB fomenta actitudes como la empatía, la mentalidad abierta, la capacidad crítica y la comunicación efectiva, todas ellas competencias esenciales para que un alumno pueda adaptarse a un entorno nuevo con confianza y éxito.
El papel insustituible de la familia
Pero no solo el colegio tiene un papel en esta tarea. La familia es, como siempre, un pilar insustituible. En casa se vive la otra mitad de la adaptación. Cuando los padres transmiten entusiasmo y confianza respecto al cambio, los hijos captan esa seguridad y se sienten más capaces de afrontarlo. Cuando escuchan con paciencia lo que los niños cuentan de sus primeros días, validando sus emociones sin minimizar lo que sienten, refuerzan en ellos la sensación de estar comprendidos.
Mantener rutinas estables de descanso, estudio y ocio también contribuye a que los hijos perciban orden y estabilidad en medio de tantas novedades. Y la comunicación fluida con el colegio permite a las familias y a los educadores remar en la misma dirección, compartiendo información y buscando soluciones conjuntas a las dificultades que puedan surgir.
Una oportunidad para crecer
Los primeros días de colegio, tanto para quienes regresan tras las vacaciones como para quienes llegan por primera vez, son mucho más que un simple proceso de adaptación. Constituyen una oportunidad única para crecer en resiliencia, en empatía y en autonomía. Aprender a hacer frente a los cambios, a gestionar la nostalgia, a superar los miedos y a abrirse a nuevas amistades es una auténtica escuela de vida emocional.
En Gaztelueta queremos que cada alumno descubra desde el primer día que forma parte de una comunidad educativa que le acoge y le impulsa a dar lo mejor de sí mismo. Sabemos que aprender no consiste solo en adquirir conocimientos académicos, sino también en formar el corazón y la inteligencia emocional. Por eso, cuidamos con esmero este tiempo inicial, convencidos de que un buen comienzo se convierte en la mejor base para un recorrido escolar feliz y fructífero.
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