A nadie le pasa desapercibido que la tecnología está protagonizando una gran transformación en un gran número de ámbitos de nuestra sociedad. Ha pasado de ser una herramienta puesta al servicio de las personas para facilitar el trabajo, a ir poco a poco convirtiéndose en un manto que nos envuelve en todos los aspectos de nuestro día. De esta forma, ¿es asumible una tecnología al servicio de la educación?

Con frecuencia escuchamos nuevos términos como IA, Chat GPT, Blockchain, digital twins, bigdata,…  que al oírlos por primera vez los vemos más propios de un tiempo futuro, pero -si no lo están haciendo ya- en pocos años nos afectarán de forma tan disruptiva como lo hizo la generalización del uso de internet en su momento.

tecnología al servicio de la educación

Las instituciones educativas como Gaztelueta nos enfrentamos a un reto clave, que es educar y formar a las generaciones que protagonizarán la ejecución de esa transformación y poner así la tecnología al servicio de la educación. Debemos estar preparados para avanzar en la dirección correcta e impulsar en nuestros alumnos el desarrollo de capacidades y talento tecnológico que les permita no solo a desenvolverse adecuadamente en un mundo digital, sino enseñarles a encauzar la tecnología para crear una sociedad mejor, en la que la tecnología sea un medio para proporcionar servicios que faciliten las tareas y mejoren la calidad de vida de las personas.

En los últimos años el uso de herramientas tecnológicas se ha incrementado notablemente en las aulas, tanto por parte del profesor como por parte del alumno, y se incrementará aún más en los próximos años. Prueba de ello es que los centros educativos se encuentran redactando ya sus Planes Digitales, donde se concreta cómo cada centro pretende alinear sus objetivos pedagógicos con la implementación de la tecnología en las aulas.

 

Pero para poder formar a las nuevas generaciones de alumnos, tecnológicamente capaces, la comunidad educativa debe ser digitalmente competente. Esto exige a muchos docentes salir de su zona de confort pedagógica para adquirir nuevas estrategias y formas de enseñanza donde se integren medios y herramientas digitales que les ofrezcan una mayor amplitud de conocimiento a los alumnos. Debemos aceptar que en educación la tecnología bien usada, promueve en nuestro alumnado una mayor diversidad de ideas, aumentando su creatividad y produciendo en los estudiantes una apertura al pensamiento crítico. Todos ellos son aspectos clave que formarán parte de la persona en la toma de decisiones durante el resto de su vida.

No podemos ser tan ilusos de pensar que esta transformación en la sociedad vendrá solo de la mano de los perfiles científicos que tenemos en nuestras aulas, dejando de lado el valor fundamental que los más humanistas deben aportar en estos avances. Las empresas necesitan conocer –guiados por las ciencias sociales- cómo la sociedad va a responder ante determinados avances y cómo transformarán a la propia sociedad. La irrupción de la Inteligencia Artificial protagonizará muchos de esos avances, y se necesitarán de humanistas que sepan hacer las preguntas adecuada a los sistemas inteligentes, que en cualquier caso aprenderán siempre a partir de la inteligencia humana, ya que la inteligencia artificial no puede entenderse sin una inteligencia humana que la “forme”.

Desde la invención de la rueda, pasando por el descubrimiento de la electricidad y hasta la aparición de internet, los avances tecnológicos de cada época de la historia siempre han supuesto un impulso en el desarrollo de la humanidad. Qué modelo de sociedad se obtendrá tras ese impulso es –y siempre ha sido así- un reflejo de los valores que la educación ha dado a sus integrantes, y de las inquietudes que ha despertado en ellos a lo largo de su etapa educativa.

Rafael Reig, profesor de Robótica en Gaztelueta