Todo lo que somos y hacemos en Gaztelueta nace de nuestra identidad: el humanismo cristiano. Identidad que nos impulsa a mirar cada aspecto de la vida escolar con una visión positiva, esperanzada y centrada en la dignidad de cada persona. Desde esa raíz, entendemos que educar no es solo transmitir conocimientos, sino formar corazones, cultivar la convivencia y cuidar el tono humano que da cercanía a nuestro entorno.

¿De verdad un colegio necesita una Guía de Estilo? A primera vista podría parecer innecesario, como si intentáramos regular algo que debería brotar de manera natural: la educación, el respeto, los buenos modales. Pero basta observar el momento que vivimos para darnos cuenta de que vale la pena cuidar lo esencial. Hoy más que nunca, necesitamos recuperar la cercanía, la escucha, la palabra amable, la mirada agradecida.

En Gaztelueta hemos querido detenernos y preguntarnos qué nos distingue, qué queremos conservar y qué deseamos transmitir. Esta guía nace precisamente de esa reflexión. No surge como una reacción, sino como una respuesta serena y coherente con nuestra misión educativa: recordarnos que educar es una tarea de identidad, y que en Gaztelueta formamos no solo alumnos competentes, sino personas íntegras, alegres y abiertas a los demás.

Nuestros antiguos alumnos lo expresan con claridad. Cuando vuelven, suelen decir que lo que más valoran del colegio no son las clases o los reconocimientos, sino el tono humano que se respiraba en cada rincón: una mezcla de respeto, cercanía, buen humor, naturalidad, cuidado de los detalles y elegancia en el trato.

Esa es la esencia que queremos cuidar. Porque esta Guía de Estilo no pretende uniformar ni imponer, sino ayudar a mantener vivo ese modo de ser que forma parte de la identidad de Gaztelueta. No habla de normas ni protocolos, sino de humanidad y coherencia interior.

Como decía san Josemaría:

“El tono humano de la Obra de Dios, su ambiente, es la aristocracia de la inteligencia y una extremada delicadeza en el trato.”

Esa frase inspira el espíritu de este proyecto. Aquí la palabra aristocracia no hace referencia a una clase social privilegiada, sino al término clásico aristós entendido como los que aspiran a lo mejor. No buscamos la perfección de las formas, sino la armonía entre lo que uno piensa, siente y hace. Queremos ofrecer una referencia que ayude a cada persona a cultivar lo mejor de sí misma, porque los pequeños gestos —una palabra amable, una sonrisa, una atención al otro— son el reflejo de una rica vida interior.

El verdadero tono humano se revela cuando nadie mira: en la gratitud, en la paciencia, en el respeto cotidiano. Y ahí, precisamente, se juega la grandeza de la educación que queremos vivir y transmitir en Gaztelueta.

Esta escena de El Club de los Emperadores, que tantas veces hemos comentado con los alumnos, resume bien esta idea. El profesor les recuerda que el carácter se revela cuando nadie mira. Esa es, en realidad, la esencia del tono humano: actuar bien por dentro, aunque fuera nadie aplauda. Saber decir una palabra amable, sostener una mirada agradecida, cuidar el entorno, tratar con respeto a quien piensa distinto.

Quizás el mundo necesite más personas así: con una inteligencia cultivada, una alegría sobria y una delicadeza que nace de la fortaleza.

Por eso, sí: necesitamos una Guía de Estilo. Pero más aún, necesitamos volver a creer que el modo de hacer las cosas dice mucho de quiénes somos.

En Gaztelueta queremos seguir educando en ese estilo. Con serenidad, con alegría, con raíces.

Porque la identidad no se improvisa: se cuida, se hereda, se agradece y se renueva.

Y porque, en el fondo, el tono humano no se enseña: se contagia.

 

Mikel Elía. Director de Gaztelueta

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