En un mundo cada vez más acelerado, tecnológico y orientado a la inmediatez, proyectos como la escuela de artes escénicas Jana, impulsada por Gaztelueta, nos recuerdan que la verdadera educación no se limita a transmitir conocimientos técnicos, sino que aspira a formar personas completas, capaces de cultivar la inteligencia, la sensibilidad y la creatividad.

La iniciativa, sin precedentes en Bizkaia, nace con una vocación clara: ofrecer a los alumnos un espacio para explorar y desarrollar el canto, la danza y la interpretación, tres lenguajes universales que, más allá de su dimensión artística, son vehículos de crecimiento humano y espiritual. Jana se convierte así en una propuesta educativa única que conjuga el rigor académico con el poder transformador de las artes.

Las humanidades como pilar del desarrollo personal

La educación contemporánea se enfrenta al reto de equilibrar la formación técnica con la humanística. En muchos contextos, la urgencia por preparar a los jóvenes para un mercado laboral cambiante ha relegado a un segundo plano materias como la literatura, la filosofía o la música. Sin embargo, la experiencia demuestra que las humanidades son imprescindibles para el desarrollo integral de la persona, porque nos enseñan a pensar críticamente, a comprender la complejidad del mundo y a vivir con hondura.

la escuela de artes escénicas JANA permite a muchos de nuestros alumnos desarrollar su vocación

En este marco, las artes escénicas ocupan un lugar privilegiado. Son humanidades en acción: invitan a preguntarse por la belleza, la verdad y el sentido, no desde la teoría, sino desde la experiencia viva. Subirse a un escenario, interpretar un papel, cantar en coro o danzar con otros exige un grado de compromiso, empatía y autenticidad que marca para siempre la vida de un alumno.

Las artes escénicas como base para educar la belleza

San Agustín decía que el corazón humano está hecho para la belleza, porque en ella reconoce un destello de lo eterno. Educar en la belleza no significa transmitir cánones estéticos rígidos, sino abrir los ojos a la armonía, la expresión y la creatividad. Jana responde precisamente a esta misión: entrenar a los jóvenes para que sean capaces de percibir, crear y compartir belleza a través del arte.

El canto desarrolla el oído y la sensibilidad; la danza educa el cuerpo y la disciplina; la interpretación abre la imaginación y enseña a ponerse en el lugar del otro. Las tres disciplinas confluyen en un mismo fin: formar personas capaces de transformar el mundo con lo que son y lo que crean.

Canto, danza e interpretación: una escuela completa de artes escénicas

Jana no es una actividad extracurricular más, sino un auténtico itinerario formativo. Los alumnos trabajan el canto desde la técnica vocal hasta la interpretación de repertorios corales y solistas; aprenden danza como un lenguaje corporal que combina precisión, ritmo y expresividad; y se sumergen en el arte de la interpretación, explorando personajes, emociones y narrativas.

a través de Jana los alumnos trabajan las diferentes artes escénicas en Bizkaia

El resultado es una formación integral en artes escénicas que abre puertas a quienes descubren en ellas su vocación. Para muchos de nuestros alumnos, Jana es la primera ocasión de tomar contacto con un escenario profesional y de experimentar la emoción de un estreno ante el público. Para otros, se convierte en el trampolín hacia estudios superiores de arte dramático, canto o danza. En todos los casos, el impacto trasciende lo académico: la escuela despierta seguridad, capacidad de comunicación y una confianza que repercute en todos los ámbitos de la vida.

Una iniciativa de artes escénicas pionera en Bizkaia

Aunque en Bizkaia existen academias de música y danza de gran tradición, nunca antes se había planteado un proyecto con la ambición de integrar las tres artes escénicas bajo una misma propuesta educativa. Jana viene a cubrir un vacío y a ofrecer a las familias una alternativa sólida y de calidad, vinculada además a un centro como Gaztelueta, que concibe la educación como acompañamiento integral de la persona.

Este carácter pionero convierte a Jana en un referente no solo local, sino también nacional. Muchos colegios trabajan actividades culturales, pero pocos lo hacen con una visión estructurada y sostenida en el tiempo, que permita a los alumnos progresar y crecer a lo largo de varias etapas.

Creatividad y trabajo en equipo

Las artes escénicas son, por naturaleza, un ejercicio de comunidad. Ninguna obra de teatro, concierto o espectáculo de danza es posible sin la cooperación entre decenas de personas. Jana enseña a los alumnos que la creatividad florece en equipo, que cada voz y cada gesto suma al conjunto, y que el éxito colectivo depende del compromiso personal.

Al mismo tiempo, la escuela fomenta valores como la perseverancia, la disciplina y la autocrítica constructiva. Ensayar durante horas una coreografía, repetir una escena hasta encontrar el tono justo o superar el miedo escénico son aprendizajes que fortalecen la voluntad y enseñan a no rendirse ante la dificultad.

Un legado que perdura

El impacto de un proyecto como Jana no se mide únicamente en los aplausos recibidos, sino en la huella que deja en cada alumno. Años después, muchos recordarán con gratitud haber encontrado un espacio donde podían expresarse con libertad, descubrir su talento y crecer en humanidad. Esa es, en última instancia, la misión de la escuela: educar para la vida a través del arte.

En Bizkaia, Jana ha abierto un camino inédito y esperanzador. En un tiempo en que la prisa amenaza con reducir la educación a competencias utilitaristas, esta escuela de artes escénicas nos recuerda que lo verdaderamente humano se cultiva en la música, en la palabra y en el movimiento. Y que solo cuando educamos la belleza y la creatividad podemos hablar de una formación auténticamente integral.

JANA JUNIOR GETXO

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